He alcanzando la orilla y he cerrado la puerta suavemente.
Recorro la penumbra sin palabras: durará lo que dure mi cansancio.
El mar
de pronto se ha incendiado y se deshace en formas fantasmales,
teatro de las sombras
que agitan mi ventana, fuegos artificiales.
Dejo que expire el día, mas no llega el silencio necesario.
Será que ya no existen huecos donde el silencio crezca
y pueda oírse el aire cuando no sopla el viento.
Sitio para la noche.
Necesito la noche y su rumor.
Y el trajín de las olas que llegan suplicando.
Respiro. Me hundo en el sillón que limita la esquina
de mi vida en el tiempo. Busco el interruptor
que la mano conoce desde siempre y, sobre mí, la luz
de esta lámpara enciende otro universo.
Mojan mis pies las olas y en el libro que leo
siento la certidumbre de la arena en mis ojos.
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Contextualizaciones:
– El último lector (Ricardo Piglia)
– Leer será en el futuro un acto de rebeldía
– Mi lector de cd trata de leer en el vacío
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